22 de octubre de 2014

Una reflexión sobre la diversidad





Si la "diversidad" (o la pluralidad o la variedad) fuera como tal un principio o un valor moral; entonces deberíamos aceptar y promover la tortura (o cualquier otra forma de abuso) para así ampliar la diversidad de experiencias.

Si la diversidad fuera un principio, entonces deberíamos fomentar que en determinadas zonas no sólo hubiera robos sino también violaciones y asesinatos. Porque eso aumenta la diversidad.

Si la diversidad fuera un valor, entonces no sería necesario el consentimiento de nadie para favorecer la existencia y el aumento de la diversidad. De la misma manera que la igualdad o los derechos no requieren el consentimiento de nadie para ser principios éticos legítimos que debemos aplicar y fomentar, pues son conceptos objetivos basados en la lógica.

El problema de fondo es que la diversidad no es un valor ni un principio moral. Pero a menudo se evoca como si el mero hecho de que hubiera diversidad fuera algo intrínsecamente bueno.

Sin embargo, la diversidad es un concepto moralmente neutro, de base númerica, que no nos dice nada acerca de si algo es bueno o malo. Habrá personas a las que le guste la diversidad, pero eso es un tema de gustos y no un criterio moral.

Por desgracia, nos gustan las palabras que evocan nociones agradables sin pararnos a pensar en si están justificadas o en lo que implican. Por suerte, no todos se dejan llevar así.

26 de septiembre de 2014

Noctambulismo



En este ensayo me gustaría exponer una breve reflexión sobre la condición de noctambulismo. Si bien, antes considero que es apropiado aclarar sobre qué estamos hablando exactamente.

En primer lugar, he de señalar que al parecer existe una habitual confusión entre noctambulismo y sonambulismo. Si uno busca artículos sobre este tema comprobará que en muchos de ellos se utilizan erróneamente ambos términos como sinónimos. Pero no tienen nada que ver.

El noctanbulismo es la condición de la persona que de forma natural —sin condicionamiento cultural o circunstancial— tiende a estar despierta por la noche y a dormir en las horas diurnas. Esto es, lo contrario de la tendencia diurna natural de la gran mayoría de la humanidad. 


En cambio, el sonambulismo es un trastorno que hace que la gente que está dormida se levante en pleno sueño —sin importar si es de día o de noche— y actúe andando y realizando actividades sin despertarse, lo cual puede conllevar peligros para su vida y la de los demás.


Tampoco conviene confundir el noctambulismo con la insomnia o la dificultad para dormir. Un insomne es alguien que tiene problemas graves respecto del hecho mismo de conciliar el sueño, debido a algún desarreglo físico o psicológico. Pero un noctámbulo no es insomne. El noctámbulo, por lo general, duerme perfectamente durante el día, a pierna suelta. Aunque un noctámbulo puede padecer ocasionalmente de insomnia, se trata no obstante de dos estados categorialmente diferentes.


Otra aclaración: el noctámbulo tampoco es sinónimo de vespertino. El vespertino es la persona de tendencia diurna pero que, a diferencia de los diurnos madrugadores, no le gusta despertarse en la mañana temprana y prefiere levantarse en las horas previas del mediodía y se encuentra mucho mejor desarrollando sus actividades durante la tarde y ya entrada la noche. Son personas que tienen preferencia a acostarse a unas horas más tardías, habiendo pasado la medianoche, pero que sin embargo no poseen una inclinación a estar despiertas durante toda la noche y hasta después del amanecer, como sería el caso de los noctámbulos.


Una persona noctámbula lo es biológicamente. El noctambulismo no es una decisión personal ni es un "estilo de vida" elegido de forma voluntaria. El noctambulismo es una condición inherente del individuo, al igual que lo es la orientación sexual o el sexo biológico. Es decir, es una característica que proviene de la configuración de nuestro cerebro, no de elecciones o experiencias vitales.


Por supuesto, no estamos hablando de estados rígidos y absolutos sino que nos referimos a tendencias. Cada individuo se aproximará en mayor o menor medida a alguno de los promedios señalados entre la mañana, la tarde y la noche.



Al igual que sucede en el caso de los homosexuales —o en general con gente que no es heterosexual— el noctámbulo es visto como alguien extraño o que padece algún trastorno. Pero esto es una creencia falsa. Los noctámbulos viven y rinden igual que los diurnos, salvo por la peculiaridad de que lo hacen mucho mejor por la noche que por el día —al contrario que las personas de naturaleza diurna. Dado que vivimos en una sociedad y una cultura diurnas, quienes contradigan este canon establecido padecerán incomprensión e incluso rechazo.

Algunos artículos afirman que los noctámbulos suelen tener peor salud que la gente 'normal'. Pero en realidad el perjuicio para la salud sólo puede ocurrir en el caso de que alguien que no fuera de naturaleza noctámbula eligiera o se viera obligado a llevar un horario activo por la noche y tener que dormir durante el día. La persona de naturaleza diurna que se dedique a estar despierta por la noche no es un noctámbulo; es un diurno trasnochador. Los estudios realizados al respecto tienen sentido respecto de este colectivo de personas diurnas que circunstancialmente permanecen despiertas durante la noche.


Los noctámbulos no tienen por qué tener peor salud que el resto de personas. Aunque pudiera ocurrir, por ejemplo, que alguien que no se exponga nunca al sol padezca deficiencia de vitamina D; un noctámbulo puede tomar el sol durante las horas del amanecer —o a cualquier otra hora que le convenga. Ser noctámbulo tampoco significa ni implica tener alergia al sol ni nada parecido. Y, en cualquier caso, existe además la opción de tomar suplementos alimenticios.


Por otra parte, no es cierto que los diurnos sean intrínsecamente más felices que los noctámbulos. Sólo sucede que resulta más dificultoso para un noctámbulo vivir en una sociedad diurna, dado que no coincide con su propio cronotipo, frente a quienes poseen la tendencia natural de estar activos de día y dormir por la noche. Muchas personas de condición noctámbula sufren durante toda su vida el tener que adaptarse a un horario diurno y jamás dejan de tener problemas por este motivo precisamente debido a que su inclinación natural es la de estar despiertos por la noche e irse a dormir después en las horas del amanecer.


Tampoco es cierto que el noctambulismo esté necesariamente asociado a tener una personalidad sombría, introvertida o depresiva. No hay relación. Ni tiene por qué agradarle obligatoriamente la subcultura gótica y otras manifestaciones culturales que rinden culto a la noche y la oscuridad.

Un noctámbulo puede ser divertido, simpático y amigable como cualquiera. El único problema es que el horario normalizado en la sociedad no coincide con su ritmo circadiano y eso puede afectar perjudicialmente al desarrollo de su personalidad. Aparte, el noctámbulo que consiga adaptar la rutina de vida a su propia naturaleza se encontrará con que no resulta fácil encontrar ocasiones para la extroversión cuando la mayoría de la gente se dedica a dormir mientras él está despierto, excepto quizás para aquellos que se dediquen a actividades de ocio y entretenimiento nocturnas.


Existen otros prejuicios contra el noctambulismo, aún bastante peores, como el de asociar el noctambulismo con cierta clase de maldad. Existe la idea de que si alguien elige está despierto por la noche es que trama algo contra los que duermen. Tradicionalmente, las conspiraciones se han escenificado sucediendo siempre durante las horas nocturnas, para evitar así ser descubiertas. Y ya sabemos que algunos delincuentes aprovechan la oportunidad de la noche para cometer delitos. La nocturnidad es un agravante en muchos códigos penales. Sin embargo, parece claro que esas actividades se realizan en la noche simplemente por razones instrumentales o circunstanciales.

No hay prueba que relacione el noctambulismo con alguna inclinación a la maldad. ¿Acaso la gente diurna no comete crímenes? Tampoco hay evidencia que señale un mayor porcentaje de criminales o violentos entre los noctámbulos, ni existe argumento alguno que explique siquiera por qué debiera haber semejante conexión.

Por otra parte, recientemente se han publicado varios estudios señalando que «los noctámbulos son más inteligentes que los madrugadores». Me parece que esos estudios no serían muy rigurosos, pues confunden, como casi siempre, correlación con causalidad, y además tampoco diferencian bien entre noctámbulos y gente que tiene una inclinación vespertina.

No sabemos por qué algunos seres humanos son noctámbulos. Hay hipótesis al respecto de todo tipo; algunas bastante curiosas o extrañas. En los seres humanos, al igual que el resto de primates, lo habitual es tener una tendencia diurna. Pero en otros animales, como es el caso de búhos y murciélagos, su condición natural es la de estar despiertos por la noche y dormir durante el día. Recientes investigaciones señalan una mutación genética que favorece un cronotipo diferente. El hecho de que haya humanos noctámbulos puede ser una desventaja individual dentro de una sociedad diurna, pero a toda sociedad le conviene que haya algunos individuos que estén despiertos por la noche para realizar labores especiales de vigilancia o mantenimiento.

Es probable que muchas personas nocturnas, especialmente las más jóvenes, no hayan tomado conciencia de su personalidad noctámbula y crean que se debe a una cuestión de hábitos o a un problema de insomnio, pero esta conclusión se deriva de un error surgido de la falta de conocimiento sobre esta tendencia inherente a la naturaleza del individuo.

Creo que sería más saludable para todos el tomar conciencia del hecho de que alguien es noctámbulo, en el caso de que realmente lo sea, y tratar de vivir lo mejor posible de acuerdo a esta condición, en lugar de pensar equivocadamente que se padece algún supuesto trastorno que no existe en verdad.


Termino con estas palabras del blog IronShrink, escrito por un psicólogo de condición noctámbula:

«Los hábitos de sueño no definen a una persona. [...] En cuanto a mí, ahora está amaneciendo, lo cual significa que es hora de irme a dormir.» 

23 de agosto de 2014

Feminismo: respetar a las mujeres como personas




No es necesaria una negativa.

Si una persona no ha dado su consentimiento libre, voluntario, explícito, e informado, entonces no es legítimo usarla para nuestro beneficio o para lograr algún propósito. 

De lo contrario estaríamos tratándola como si fuera un objeto, que carece de voluntad e intereses propios.

26 de junio de 2014

La religión es inmoral





Acerca de la veracidad de que realmente exista aquello que llaman "dios", nadie tiene ni la más mínima prueba. Al contrario, la lógica y las evidencias empíricas demuestran que no hay ni puede haber tal cosa. Por tanto, toda religión —incluso aquellas que se pretenden benevolentes y pacíficas— serían actos de violencia contra nuestra razón; contra la realidad.

La religión es la mentira que ha sido alzada a la categoría de verdad obligada, cuyo fundamento es el miedo y su objetivo es el de someter las mentes de las personas al servicio de clérigos y gobernantes.

A mi juicio, el origen de la religión se esclarece mejor con la explicación psicológica. Es decir, si no fuera por el miedo a la muerte, y la desesperación que provocan las calamidades que padecemos en la vida, la religión no existiría.

La supervivencia es la clave. La religión funciona como lo que hoy en día denominamos terapia motivacional. Si un individuo cree que existe un dios o un paraíso que le solucionará todos sus problemas, miedos y necesidades; esa creencia le sirve para afrontar con más entereza las vicisitudes y penurias de la vida. Funciona de forma más compleja, claro, pero la esencia es ésta

La religión es un trastorno mental surgido en la imaginación y motivado por la incapacidad para digerir lo que son experiencias inherentes a la vida real, y por eso se crean fantasías sobre mundos y seres inexistentes con el fin de satisfacer deseos insatisfechos o aliviar resentimientos. 

Por ejemplo: unos padres pierden a su hijo en un accidente y se consuelan pensando que un dios ha elegido ese destino por alguna buena razón que desconocen y que su hijo sigue existiendo en otra dimensión y es feliz allí. Una pura y simple mentira para aliviar su tristeza. Y así millones de ejemplos en todo el mundo.



«Me pica la curiosidad porque la gente se vuelve fanática religiosa: ¿Miedo atroz a estar solos en la vida y buscan desesperadamente pertenecer a un grupo sólo por tener compañía? ¿Miedo atroz a la muerte y buscan desesperadamente que alguien les diga que seguirán conscientes por toda la eternidad así no tenga prueba alguna? ¿Miedo atroz a un mundo muy complejo, caótico e impredecible, y buscan desesperadamente algo que le de simpleza, orden y predictibilidad?  ¿Tienen una vida vacía, patética, sin sentido, lastimosa y quieren ocultar todo eso bajo una máscara de fe? ¿Miedo atroz al que dirán los miembros de su grupo de fanáticos y entonces se vuelve más fanático para ganar "mas respeto"?»
https://www.meneame.net/story/judios-ultraortodoxos-atacan-autobus-jerusalen



La religión se basa en la fe. La fe consiste en que debes creer algo sin tener ningún tipo de evidencia o prueba que lo demuestre. De hecho, a menudo consiste en creer algo que va contra las evidencias empíricas y la razón, sólo porque te lo dice un libro "sagrado" o una autoridad que dice basar su legitimidad en un supuesto dios. Esto es violencia, y así es como la religión empieza a pervertir la mente de quienes son adoctrinados en ella. La religión es violencia en sí misma.




http://es.wikipedia.org/wiki/Crítica_a_la_religión

http://www.bibliotecapleyades.net/mistic/religion_goodevilsp.htm

9 de mayo de 2014

Razonar vs. Racionalizar



No es lo mismo razonar (formar nuestras creencias de acuerdo a lo que dicen exclusivamente la lógica y los hechos) que racionalizar (seleccionar de forma sesgada aquellos argumentos y datos que supuestamente avalan nuestros prejuicios e ideas previas). Mucha gente cree estar haciendo lo primero, cuando en realidad hace lo segundo.

Racionalizar no es razonar sino que es un pseudo-razonar. Es decir, parece que estamos razonando pero no lo hacemos. Porque razonar significa sacar sólo aquellas conclusiones derivadas necesariamente de la lógica y los hechos empíricos comprobados. En cambio, racionalizar significa escoger sólo aquellos hechos y argumentos en función de que confirmen o se adecuen a nuestras ideas previas, al mismo tiempo que ignoramos deliberadamente aquellos que las refuten. 

17 de abril de 2014

Cientificismo en versión religiosa

 



¿Se ha convertido la tecnología en el culto de una nueva religión? Todo lo que prometían las religiones —ancestrales y modernas— se convierte ahora en el objetivo de ciertos ideales que aseguran que nos conseguirán la inmortalidad, el paraíso y el poder absoluto sobre la naturaleza que las otras religiones prometen pero no cumplen. A esto lo podríamos llamar cientificismo religioso —en contraposición al cientificismo epistemológico y al cientifismo moral.

Ya no es algo raro que aparezcan en la prensa noticias en esta línea:
«El director de ingeniería de Google, Ray Kurzweil, cree que la humanidad tendrá las claves para transcender los límites de su biología tras la década del 2030, cuando los 'nanorobots' incorporados en el cuerpo humano permitirán combatir enfermedades. Ray Kurzweil cree que la humanidad está a punto de alcanzar el sueño de la inmortalidad.»
Si esta versión del cientificismo promete la inmortalidad podría ser catalogado dentro de la categoría de religión, pues entiendo que lo esencial a la religión es el concepto de sobrenatural, es decir, la noción de una realidad que contradice las leyes de la naturaleza. Este cientificismo promete que el conocimiento aplicado a la tecnología erradicará las enfermedades, la muerte y todas nuestras limitaciones físicas. Esta ideología promete nada menos que el Paraíso. Esto es la esencia de la religión: trascendencia sobre la naturaleza.

Pocas veces esta versión del cientificismo pone las cartas sobre la mesa con sinceridad. Sin embargo, podemos escuchar estas declaraciones reales del conocido físico Michio Kaku:
«Hacemos ciencia porque queremos convertirnos en los amos del espacio y el tiempo.» 



Esto puede resultar chocante para quienes entienden que ciencia y religión son ámbitos antitéticos —como es mi propio caso— pero hay que tener muy claro que estoy hablando de la ciencia en sí sino que hablo sólo del cientificismo

No hablo de la ciencia como tal sino que me refiero a determinada actitud hacia ella y su aplicación tecnológica. Hablo de científicos de renombre que prometen todo lo que promete la religión. Pero insisto de nuevo que no estoy hablando de la ciencia sino de una ideología concreta que nombro como cientificismo religioso y que consiste, básicamente, en creer que la ciencia nos permitirá lograr el poder absoluto sobre la naturaleza y trascender todos los límites materiales a los que estamos sometidos. 

Por tanto, no pretendo debatir en absoluto esa cuestión que alegan alguna acerca de que la ciencia estaría basada en la fe o en dogmas —algo con lo que no estoy de acuerdo. No se trata de una cuestión epistemológica sino más bien teológica. Esto es, algunos creen realmente que la ciencia nos puede conducir hacia un estado futuro que se define por aquello a lo que tradicionalmente llamamos Dios.

Esta peculiar concepción de la divinidad ha sido estudiada entre otros por Don Cupitt, quien señala cómo la fe en el progreso tecnológico está sustituyendo la tradicional fe en la magia y la superstición. Cupitt habla también de la idea de Dios como un ideal al que aspirar en lugar de una entidad con existencia real propia. Quien quiera conocer el pensamiento de Cuppit puede encontrar una breve entrevista en el libro "Lo que piensan los filósofos".

La idea de lograr una perfección progresiva a través del devenir del tiempo viene ya expuesta desde el historicismo de Hegel y hunde sus raíces en determinados pensadores de la Ilustración, como sería el caso de Condorcet. Aunque es obvio que ya existían precursores en la época del Renacimiento, como Pico della Mirandolla,  con su giro antropocéntrico.

En resumen: existe una visión cientifista que considera la ciencia —y su extensión en la tecnología— no es ya una simple herramienta sino un instrumento de salvación que sustituye a la religión

25 de marzo de 2014

La defensa de la ciencia no da derecho a insultar





Tal vez uno de los factores sociales que acrecientan el movimiento anti-vacunas —y otras tendencias irracionales— sea la muy habitual práctica de despreciar e insultar a la gente por parte de los escépticos y demás gente que defiende la ciencia o el pensamiento crítico.

Si insultas a otras personas —simplemente por tener ideas equivocadas— sucederá que ya no querrán escucharte y las condicionas a adoptar una actitud defensiva. En cambio, si las tratas con respeto estarán más abiertas a escuchar y replantear su postura. Aparte de que toda persona, por el hecho de ser persona, merece un respeto básico, y eso incluye no agredirles verbalmente, entre otras cosas.


Tal vez sepan mucho sobre ciencia, pero de ética —de tratar a las personas con respeto— y de comunicación parecen saber muy poco. Me refiero en general a los autodenominados escépticos y similares.


15 de marzo de 2014

¿Sabemos dialogar?


El profesor Ángel Lafuente explica las dificultades a la hora de dialogar y cómo conseguir establecer una comunicación basada en racionalidad y el respeto.





Consejos para dialogar:

1. No interrumpir
2. No buscar excusas
4. Aportar argumentos razonados
3. Focalizar en el mensaje; no en el interlocutor
4. Exponer de forma clara y concisa
5. Ser agradable

9 de marzo de 2014

Valores morales




Comentario:

La moral social (el código de costumbres aceptado y promovido por pautas de una comunidad) se opone a la moral ética, es decir, a basar nuestra moral en razones y no en simples costumbres, inercias y prejuicios adquiridos desde la infancia.

3 de marzo de 2014

La moralidad de la prostitución



En este ensayo no pretendo juzgar la prostitución; no pretendo defenderla ni condenarla. Mi intención es sólo evaluar si los argumentos que se usan para condenarla son racionalmente justificados.

Hasta ahora no he conocido un argumento razonable que justifique éticamente la condena de la prostitución en sí misma como actividad.

En primer lugar; la prostitución no implica cosificación. Si alguien responsable accede voluntariamente a tener relaciones sexuales a cambio de una ganancia económica no se está cosificando ni lo están cosificando. De lo contrario, bajo ese criterio, cualquier intercambio sería cosificación, pero no lo es. El sexo como tal no es cosificación y el intercambio comercial tampoco lo es. El hecho de acceder a tener sexo a cambio de dinero no implica cosificación, en tanto que se trate de un intercambio que no conlleve de forma inherente ningún tipo de coacción, agresión o perjuicio psicológico ni físico.

En segundo lugar; la prostitución no implica acceder a ser tratado de cualquier forma. El ejercicio de la prostitución tiene los mismos límites que cualquier otra profesión que sea realizada con el consentimiento libre y voluntario de los implicados.


La prostitución no significa vender tu cuerpo. Esto sería esclavitud. La profesional del sexo no vende su cuerpo sino que solamente accede a tener determinadas relaciones sexuales con otra persona durante un modo y un tiempo establecido a cambio de una ganancia económica. Está estableciendo una relación comercial. Cualquier trabajo implica el empleo directo de nuestro cuerpo y sus capacidades. Ningún trabajo que depende de obtener una ganancia económica a cambio de un servicio sería pues esencialmente diferente de la prostitución consentida.


No estoy de acuerdo con ninguna clase de prostitución que sea de algún modo forzada o bajo coacción. Me parece que todos estamos claramente en contra de esto. Ese tipo específico de prostitución es inmoral y es un delito. Aquí estamos hablando de si una persona tiene derecho a trabajar prestándose voluntariamente a tener relaciones sexuales a cambio de dinero. Cuando esa actividad se hace libremente con el consentimiento informado, voluntario y explícito de los implicados, y respetando sus derechos individuales, entonces de momento no veo un argumento razonable que justifique reprimir la actividad de la prostitución.


Es incoherente afirmar que una mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y luego reprimir el derecho a usarlo libremente en su propio beneficio. No veo diferencia entre esa postura y la de quienes tratan a las mujeres como objetos. Ambos se creen con derecho a considerarlas como idiotas que no pueden tomar decisiones sensatas por sí mismas.

La prostitución es un trabajo. El solo hecho de que haya personas que se dediquen a ella por necesidad no le quita ninguna legitimidad moral. Todos trabajamos por necesidad. Lo hacemos porque es necesario para poder vivir. Quien no trabaje por sí mismo tendrá a otros que trabajen por él, para él. Si bien, el hecho de que algo se haga por necesidad no lo justifica automáticamente como argumento moral pero tampoco le quita legitimidad alguna.


Además, el hecho en efecto de que haya muchas personas que sean coaccionadas u obligadas a prostituirse no es un argumento contra la prostitución en sí misma. Del mismo modo que el hecho de que haya personas que hayan sido obligadas a trabajar en el campo no convierte en inmoral la agricultura. Parece que las críticas contra la prostitución no saben diferenciar entre el qué es algo y el cómo se lleva a cabo ese algo. Aquí tratamos la prostitución como tal en sí misma, y no de determinadas formas en que ésta se lleva a cabo. Para poder discutir con un mínimo de racionalidad sobre este tema, tendremos primero que diferenciar entre el qué y el cómo, y no confundir ambas categorías.

Sigo sin ver un argumento que explique por qué la prostitución sería inmoral. Quienes condenan la prostitución se basan en dos enfoques habituales, que me parecen igualmente erróneos:


[1] Hablar de las condiciones materiales en que se lleva a cabo. Es decir, hablan del cómo se ejerce la prostitución en muchos casos, pero nunca hablan una sola palabra de la prostitución en sí misma. Aunque es cierto que gran parte de la prostitución se lleva a cabo en condiciones de abuso. Pero eso no argumenta nada moralmente en su contra. Muchos seres humanos que trabajan en el campo o en las fábricas o en las oficinas están sometidos a condiciones de abuso e incluso violaciones de derechos fundamentales. Pero ese factor se refiere al cómo llevan a cabo su trabajo y no al trabajo mismo como tal.


[2] Afirmar que la prostitución es cosificación y, por tanto, está mal porque cosificar a personas está mal. Ahora bien, no es cierto que la prostitución implique o equivalga a cosificación. El mero hecho de que la prostitución conlleve el empleo del cuerpo, o de los genitales, no equivale a cosificación. ¿Acaso cuando un masajista o un fisioterapeuta está ejerciendo su profesión libremente se están cosificando? Ellos trabajan empleando su cuerpo —parte de su cuerpo— sobre el cuerpo de otras personas. Pero ellos no venden su cuerpo ni sus clientes los tratan como objetos. Tampoco los profesionales del sexo venden su cuerpo, ni tener relaciones con ellos significa tratarlas como objetos. Tratar a alguien como un objeto supone vulnerar su voluntad y sus intereses básicos. La prostitución no implica nada de esto. 
No puede haber cosificación cuando hay relaciones libres y voluntarias entre personas responsables que establecen acuerdos consentidos para su mutuo beneficio. Ese tipo de relación es justamente lo contrario de la cosificación. Es respetar al otro individuo como una persona; respetar su voluntad y sus intereses propios.

El problema de fondo a la hora de evaluar este asunto reside a menudo en que mucha gente confunde sus gustos personales con los valores morales. A mí no me gusta la prostitución, pero de ese gusto no puedo inferir que sea inmoral o que haya que prohibirla. Tampoco me gustan las carreras de Fórmula 1, me resultan terriblemente aburridas y tediosas y repudiaría que alguien me obligara a verlas, pero no por eso voy a considerar que sean inmorales.


Los abolicionistas de la prostitución usan lemas impactantes como el de que la prostitución es «vender el cuerpo» cuando la prostitución no vende el cuerpo de nadie. En todos los trabajos se usa el cuerpo en alguna manera y el contacto físico es habitual en diversas profesiones, como la de masajista y la de fisioterapeuta. Pero nadie dice que masajistas y fisioterapeutas estén vendiendo su cuerpo.

No he visto ningún argumento que explique por qué se supone que la prostitución no puede ser como cualquier otro trabajo. Pensar que un trabajo no es aceptable sólo porque no coincida con el gusto personal de cada uno es una afirmación absurda. No conozco a casi nadie que disfrute limpiando, pero millones de personas trabajan en labores de limpieza, porque es necesario para la sociedad, porque necesitan hacerlo, o porque les conviene hacerlo para obtener un salario. Sin embargo, no veo ningún manifiesto contra el trabajo de limpieza, ni que alguien sostenga que trabajar de limpiador es cosificación porque limpiar no es una actividad que coincida con el deseo innato del individuo. Sólo por poner un ejemplo de entre otros muchos. Pensar que sólo es moralmente aceptable actuar de una forma que coincida con nuestro disfrute y gusto personal no es un pensamiento ético; es infantilismo.




Por tanto, si no se puede condenar moralmente la prostitución en sí misma entonces la prostitución voluntaria y consentida entre adultos debería ser legal y, al mismo tiempo, debería ser ilegal cualquier forma de coacción, extorsión o explotación para obligar a alguien a ejercer la prostitución. Si bien, esto no lo diferencia de cualquier otra actividad.

Además de todo esto, resulta que en el mundo real la prostitución no se ejerce sólo por mujeres para los varones, sino también de varones para otros varones y de varones para mujeres. Aparte de los casos en que hay personas sometidas o coaccionadas a ejercer la prostitución —lo cual no lo diferencia de otros trabajos en los que también abunda la explotación de seres humanos, como son la agricultura, la minería o la confección— hay quienes se dedican a la prostitución voluntariamente aun pudiendo elegir otros trabajos, porque les resulta más lucrativo o les permite una mayor autonomía en su vida. Los propios colectivos de trabajadores del sexo explican estos temas. Si adoptamos una postura fanática entonces ya no nos interesa razonar ni conocer la realidad sino sólo alimentar nuestro propio odio contra aquello que ya decidimos rechazar prejuiciosamente.

Sería de agradecer que quienes opinen sobre este tema escucharan a las propias profesionales del sexo. Me parece una falta de respeto por parte de los  autodenominados abolicionistas de la prostitución el hecho de no tener en cuenta al menos lo que ellas tienen que explicar al respecto, —digo ellas porque en su gran mayoría son mujeres. Ese desprecio, a mi modo de ver, indica una actitud de sexismo. Como si por el hecho de ser mujeres su opinión no valiera, o si por el mero hecho de ser prostitutas sus argumentos no fueran válidos.

Es cierto que la mayoría de profesionales de la prostitución son mujeres, pero también hay varones que se dedican a ella, y los argumentos morales expuestos respecto de esta cuestión sólo son válidos si no los excluyen a ellos en ningún aspecto. Lo contrario sería sexismo.

Me parece que la cruzada contra la prostitución no se sostiene en argumentos morales válidos y, además, podría estar de hecho provocando un aumento de la explotación sexual. Precisamente el hecho de normalizar, legalizar y educar sobre el trabajo sexual podría ser una medida que ayudara realmente a evitar los casos de abuso y explotación.

Insisto en aclarar que no está en mi propósito defender la prostitución ni condenarla. Sólo me interesa saber si es moralmente condenable o aceptable. Lo único que defiendo aquí es el racionalismo moral, esto es, que los juicios morales se fundamenten en la razón, y no en los prejuicios, los sentimientos o los gustos y ascos de cada uno.

28 de febrero de 2014

La psicología no es una ciencia



Me parece cuestionable que la psicología pueda ser una ciencia. 

Si la psicología estudia la mente, entonces está tratando de estudiar emociones, sentimientos, ideas, actitudes. Pero nada de esto es medible y tangible, y, por tanto, no está cumpliendo con uno de los requisitos básicos del método científico. 

El método científico sólo se puede aplicar a objetos empíricos. Los psicólogos pueden tratar de medir los comportamientos y las declaraciones de los individuos en relación con su contenido mental; pero no pueden observar el contenido propio de la mente, que es subjetivo. 

De este modo, toda la psicología depende de la interpretación teórica que se aplique a las expresiones externas del individuo. Lo cual no lo distingue en realidad de la filosofía. 

Y es que la psicología fue siempre una parte de la filosofía hasta el siglo XIX que se intentó desgajar como disciplina independiente aspirando a entrar en el ámbito de la ciencia. 

Si el psicoanálisis no puede ser una ciencia —aunque siempre se haya pretendido como tal— por la misma razón tampoco la psicología en general puede ser una ciencia; si por ciencia entendemos la aplicación del método científico. 

La ciencia se basa en las matemáticas y la observación empírica; pero ninguna de ambas se puede aplicar directamente a lo que la psicología pretende estudiar. Aquí estaría la causa del problema de la falta de rigor objetivo en los estudios de psicología.

Hace más de un año apareció una polémica noticia referente a las investigaciones y estudios en psicología que decía lo siguiente: 


La psicología no es una ciencia en ningún sentido riguroso de la palabra, ni puede serlo.

Cuando digo que la psicología no es una ciencia me refiero a que la psicología no está en la misma categoría que la física, la química, la astronomía o la biología. Estas disciplinas sí son ciencia, porque trabajan con elementos empíricos que pueden ser medidos, cuantificados, y con los que se pueden hacer ensayos y experimentos objetivos. A partir de éstos podemos derivar leyes o constantes de la naturaleza. Reservo el término ciencia para el estudio objetivo de la naturaleza a partir de lo que se conoce como método científico.

Es por eso que hablar de "ciencias sociales" es meramente una distorsión generalizadora del concepto de ciencia. A los seres humanos, y a otros animales, no se les puede estudiar plenamente con el método científico porque el método científico no puede tener acceso al contenido mismo de la sintiencia, de la conciencia. 

No se pueden estudiar las emociones, los deseos, los sentimientos, las ideas,... como si fueran electrones o genes. Podemos estudiar los cuerpos de humanos y otros animales, y su conducta, pero no se puede hacer 'ciencia de la mente'. Se puede hacer ciencia del cerebro, o se puede hacer filosofía de la mente. Algunos neurocientíficos actuales, como es el caso de Antonio Damasio, practican ambas disciplinas, puesto que usan datos científicos para postular teorías sobre el funcionamiento de la mente. Y ésta es la forma correcta de enfocar la cuestión.

El problema es que la psicología se ha desgajado de la filosofía desde el siglo XIX y desde entonces se intenta hacer pasar por ciencia —lo mismo que el marxismo o el psicoanálisis. Pero no lo es. No puede estudiar objetos, puede hacer mediciones ni no puede predecir acontecimientos a partir de leyes o constantes. Luego no es una ciencia. Cada vez que leo un texto de psicología lo que estoy leyendo es filosofía sobre el comportamiento humano —o de otros animales— a partir de una serie de datos recogidos de la propia experiencia. No ha cambiado apenas nada desde los tratados de Adam Smith, y otros contemporáneos suyos.

Por otro lado, la psiquiatría no es lo mismo que la psicología. Pero el problema de la psiquiatría es exactamente el mismo de la psicología. La mente humana no puede ser estudiada científicamente porque no es un objeto, no es algo que se pueda medir, calibrar y hacer experimentos objetivos con ella. Por eso, entre otras razones, de todas las ramas de la medicina, la psiquiatría es, y ha sido siempre, la más alejada de la ciencia.

20 de febrero de 2014

La civilización como excusa del fascismo




Uno de los argumentos que se suelen usar para justificar la opresión es la intención de defender la civilización de los peligros que la amenazan supuestamente. No un tipo específico de civilización, sino la civilización en sí misma, es decir, el hecho de vivir en una sociedad ordenada por normas. 

Esto es lo que decía Sigmund Freud en su obra el "Malestar de la cultura"
"Cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización" [.]. La civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría [.]. Puede creerse en la posibilidad de una nueva regulación de las relaciones humanas, que cegará las fuentes del descontento ante la cultura, renunciando a la coerción y a la yugulación de los instintos [.]. Esto sería la edad de oro, pero es muy dudoso que pueda llegarse a ello. [.] El dominio de la masa por una minoría seguirá demostrándose siempre tan imprescindible como la imposición coercitiva de la labor cultural." 

12 de febrero de 2014

El vaso siempre está lleno





A veces vemos las cosas al contrario de cómo realmente deberíamos verlas.

Los seres humanos actúan igual que lo haría cualquier otro animal. Los demás animales también matan, explotan y se aprovechan de otros. Esto es la rutina habitual. Pero ellos no tienen apenas un atisbo de conciencia moral. Cualquiera que haya tomado la molestia de estudiar etología (comportamiento animal no-humano) sabrá a lo que me refiero. Esto es lo normal. Por supuesto que también existe la afectividad y la cooperación. Pero lo mismo se podría decir de los criminales. La mayoría de los criminales también practican la afectividad y la cooperación con algunos humanos. Pero la moral no tiene que ver con esto.

Lo que nos diferencia - en grado - de otros animales es que nosotros tenemos una capacidad moral más desarrollada que nos permite salir de esa dinámica violenta para establecer conductas y relaciones basadas en la razón, en lugar de en la imposición de la fuerza.

En cualquier caso, esa diferencia moral no nos justifica en ningún caso para explotar a otros, como defienden algunos erróneamente. Es justamente al contrario. Esta cualidad moral desarrollada nos hace responsables y nos obliga a respetar a los demás en tanto que tenemos conciencia moral de nuestros actos y de sus consecuencias.

Podemos valorar la historia de la humanidad como una historia de progresivas y pequeñas, aunque importantes, conquistas en favor de una civilización ética o verla como una continua historia de fracasos morales.

Podemos verlo desde distintas perspectivas, claro, según nuestros intereses particulares. Pero objetivamente la cuestión en sí no depende del vista.

La ciencia nos enseña que en realidad un vaso siempre está lleno y nunca "medio lleno" (o medio vacío). ¿Que podemos deducir de esto? Que a menudo tendemos a ver las cosas de forma sesgada. Vemos sólo una parte del asunto, cuando no reflexionamos correctamente sobre ello.

En conclusión, lo que sí podemos elegir es entre 1) llenar el vaso de agua - favorecer el desarrollo de la cultura ética; ó 2) dejar que se evapore - consentir o favorecer que la gente, incluidos nosotros, se comporte sin conciencia moral de sus acciones.

24 de enero de 2014

Un comentario sobre la psicología evolucionista




A mi modo de ver, el ámbito de estudio la denominada psicología evolucionista incurriría de principio en una falacia. 

La tesis en la que se fundamenta la psicología evolucionista dice así en resumen: 
Es un hecho que somos organismos productos de la evolución, por tanto, nuestras mentes y nuestra conducta —así como toda cultura— serán también producto de la evolución y se pueden explicar de acuerdo a factores evolutivos. 
La tesis es comprensible. Ahora bien, la propia tesis estaría incurriendo en una falacia, en una falacia categorial, porque confunde el nivel biológico con nivel cultural

Pongo dos ejemplos para tratar de argumentar mi observación.

Ejemplo material: es un hecho que usamos máquinas, pero la evolución no ha causado las máquinas. La existencia de las máquinas es principalmente producto del esfuerzo intelectual. Las máquinas son básicamente un tipo de herramientas. Las máquinas a su vez influyen también en la configuración de nuestra conducta. No hay nada en la evolución —o en la teoría de la selección natural— que explique la existencia de las máquinas. 

Ejemplo formal: es un hecho que en nuestras sociedades existe la ética como una actividad humana. Pero si por ética entendemos guiar nuestra conducta en base a normas objetivas que prescriben el respeto por las personas independientemente del beneficio o de las normas convencionales —leyes y normas sociales— entonces no hay nada en la evolución que pueda explicar la existencia del fenómeno moral.

La evolución puede explicar por qué existe el instinto sexual. Pero no hay nada en la evolución —o en la teoría de la selección natural— que pueda explicar la existencia de la homosexualidad o la existencia del erotismo. Aquí entramos en otra dimensión: el nivel cultural. La psicología evolucionista no sólo no puede explicarlo sino que incluso puede avalar una interpretación que los juzgue negativamente como fenómenos "anti-evolutivos" en el sentido de que no favorecen el supuesto sentido adaptivo que tiene la evolución.

De la física no se puede derivar a la biología. Son niveles o dimensiones distintas —aunque formen parte de una misma realidad. La existencia de la psicología evolucionista es análoga pretender explicar la biología a partir de la física. Esto es un imposible y un error categorial.

Lo que yo veo que hace la psicología evolucionista es precisamente trasplantar [extrapolar] injustificadamente determinados datos evolutivos como causa de la conducta en cualquier ámbito. Es decir, lo que hace es intentar explicar algunas conductas humanas  específicas apelando a razones evolutivas pero sin tener en cuenta el peso propio de la cultura. Eso sería reduccionista, cuanto menos. 

Por supuesto que la explicación de cualquier comportamiento social o complejo tiene que tener una explicación conjunta de varios factores [biológicos, culturales, ambientales,...] pero la psicología evolucionista pretende determinarlo todo a una cuestión biológica evolutiva. Es el reverso contrario de las explicaciones puramente culturalistas, o de "tabla rasa", que pretenden ignorar el fundamento biológico de nuestra conducta.

Comparto la tesis de que el sentido moral es una capacidad biológica que surge en cerebros desarrollados a cierto nivel cuando aparece la empatía y el razonamiento abstracto. Sin duda ésa es la base fisiológica. Pero el error se presenta al considerar que nuestra conducta moral es tal cual fruto de la evolución o que tiene un objetivo evolutivo. El desarrollo de la moral depende principalmente de la educación y la cultura, y ha evolucionado gracias al esfuerzo intelectual. Y, por supuesto, la moral no es una herramienta evolutiva para sobrevivir. 

Por otro lado, la diferenciación entre los géneros sexuales —un tema recurrente en la psicología evolucionista— que encontramos en muchas pautas sociales claro que puede tener un precedente evolutivo que motivara su existencia. Pero su implantación y perpetuación es de tipo cultural; no biológico. No hay ninguna razón biológica que determine o explique realmente la diferenciación sexual en el trabajo. En el mundo occidental, vemos cada vez más a mujeres haciendo de forma competente el trabajo tradicionalmente asignado a hombres.

Ninguna conducta social es puramente cultural; pero tampoco —al contrario de lo que defiende la psicología evolucionista— ninguna conducta social o compleja es un producto puramente biológica evolutivo.

En realidad, esta crítica formaría parte de una crítica general a la psicología como tal. 

La psicología ha formado parte de la filosofía hasta el siglo XIX que comenzó a separarse en una disciplina autónoma e intentar entrar dentro del ámbito de la ciencia: física, química, biología. A mi modo de ver, esto es un grave error. La psicología es el estudio de la mente pero la mente como tal no es una cosa —un objeto que se pueda observar y medir. Por eso, la psicología ha producido disparates como el conductismo —que pretendía negar o ignorar la propia existencia de la vida mental. Así, la psicología es el estudio filosófico de la mente; un estudio que nunca puede ser científico en tanto que no se atiene al ámbito estrictamente empírico. Ni las ideas ni las emociones se pueden estudiar empíricamente. Así que la psicología nunca podrá ir más allá de los límites que tiene la propia filosofía.

De todos modos, no calificaría a la psicología evolucionista de pseudociencia porque yo reservo ese calificativo a toda superstición que pretende hacerse pasar por ciencia o científica: creacionismo, diseño inteligente, parapsicología,... Pero sí que incurre en el error categorial en el que está inmersa la propia psicología como disciplina.

De hecho, la psicología evolucionista no me parece correcta tampoco aplicada a los animales no humanos, puesto que muchos otros animales también tienen capacidad de aprender, tienen cultura incluso, y su conducta varía de acuerdo a la experiencia y el aprendizaje individual o colectivo.

Sin embargo, no estoy sugiriendo que no puedan haber trabajos valiosos dentro del marco de la denominada psicología evolucionista. Pero hay que tomarlos como lo que son: estudios filosóficos que nacen dentro de un marco teórico e intentan aportar explicaciones sobre determinadas conductas apelando a ciertos hechos, datos o evidencias que nos aporta la biología evolucionista. Insisto: la psicología es un tipo de filosofía. La psicología, a diferencia de la ciencia, no puede establecer leyes ni patrones fijos ni determinaciones causales. La conducta humana —y la conducta no humana consciente también— está causada por la actividad de la mente, dentro de un contexto ambiental, y la mente como fenómeno no se puede estudiar bajo una perspectiva científica al tratarse de una experiencia privada.


Artículos relacionados:

19 de enero de 2014

El alma





Me causa estupor que alguien se crea que existe tal cosa como el "alma" simplemente porque se lo ha dicho un sacerdote religioso.

Pura fantasía. El "alma" no existe y no hay ninguna prueba que lo demuestre. Creéis en cosas que no existen, simplemente porque otros os han dicho que existen.

"Aunque la ciencia no ha demostrado su existencia eso no quiere decir que no exista", dicen algunos ¿Si la ciencia no ha demostrado la existencia de los gnomos significa eso que los gnomos existen? No hay ninguna prueba, argumento o evidencia que apunte siquiera remotamente a que el concepto de alma corresponda con algo real. Es simplemente cuestión de razonar. La noción de "alma" surgió en una época en que no se sabía de dónde provenían las sensaciones y los pensamientos; pero ahora sabemos que son producto del cerebro - del sistema nervioso. El "alma" no es más que una idea errónea nacida de la ignorancia y la fantasía.

"Creer que sólo existe lo que dice la ciencia es también una fe y es una actitud fanática", dicen otros. Pero el único que demuestra caer en el error de la fe y el fanatismo es quien se obstina en creer en algo de lo que no puede aportar pruebas ni evidencias, simplemente porque cuando era niño unos adultos le dijeron que ese algo existía. Es como creer en Papá Noel. El que se empeña en no atender a los razonamientos y las evidencias es quien demuestra ser cerrado de mente ante la lógica y los hechos.

"Ni siquiera los ciéntificos más acérrimos están seguros de que nuestra mente sea producto del sistema nervioso", me dijo alguien hace poco. Yo le contesté que la expresión "científico acérrimo" es tan absurda como decir "carpintero acérrimo". Ser científico es practicar una profesión; no una postura ideológica. Y aunque siempre puede haber algunas excepciones, toda la comunidad científica concuerda en que lo que denominamos sensaciones, emociones y sentimientos son el resultado de la actividad del sistema nervioso. Así lo evidencian los hechos.

El "alma" es otro error, otra mentira, que se perpetúa durante siglos por culpa de la inercia, el adoctrinamiento dogmática y la falta de conocimiento racional. Sin mencionar el temor que provoca en muchos asumir que la muerte supone la destrucción de nuestra conciencia. 

12 de enero de 2014

Sobre el sexismo y el lenguaje



«Rosa Montero lo ha escrito admirablemente: “Es verdad que el lenguaje es sexista, porque la sociedad también lo es”. Lo que resulta ingenuo, además de inútil, es pretender cambiar el lenguaje para ver si así cambia la sociedad. Lo que habrá que cambiar, naturalmente, es la sociedad. Al cambiarla, determinados aspectos del lenguaje también cambiarán —en ese orden.» - Pedro Álvarez de Miranda

Las palabras no tienen sexo. Asignarles una referencia sexual es una acción convencional y arbitraria. Los géneros gramaticales no son géneros sexuales.

La palabra «persona» es de género gramatical femenino pero se usa para ambos sexos por igual. La palabra «individuo» es de género gramatical masculino pero se usa para ambos sexos. Los géneros gramaticales no tienen sexo ni equivalen a los géneros sexuales, por tanto, no hay ni puede haber sexismo cuando digo, por ejemplo, "todos" puesto que me refiero a todos los individuos sin distinción de sexo. Lo mismo cuando decimos, por ejemplo, "niños" o "doctores" o lo que sea similar. No es un lenguaje sexista porque incluye a ambos sexos por igual.


A menudo mucha gente se limita a promover medidas superficiales y erróneas que en nada erradican el prejuicio del sexismo; un prejuicio que afecta por igual a hombres y mujeres, y que muchos no saben ni siquiera en qué consiste realmente. Ese tipo de medidas consiste en decir, por ejemplo, "todos y todas" o "todos/as". Yo considero que eso es sexismo. Eso es discriminar a las personas por motivos de sexo sin un motivo razonado, sólo porque son de sexo diferente.

Sexismo en el lenguaje es discriminar entre palabras simplemente por el sexo de la persona señalada cuando no tiene ninguna relación con el significado al que hace referencia. ¿Qué relevancia tiene el sexo cuando se trata de ejercer alguna profesión como, por ejemplo, la abogacía o la medicina? Cuando hablamos de médicos o de abogados, o de otras profesiones, es irrelevante el sexo al que pertenezcan. Lo único que importa es su capacidad individual para ejercer dicha profesión. 

Esas separaciones artificiosas y sexistas me recuerdan a medidas como hacer colegios masculinos y colegios femeninos. Separar a la gente sin otra razón que el hecho de que son de sexo diferente. Todo eso no es más que sexismo. Y el feminismo mal entendido sólo consigue afianzar y perpetuar ese prejuicio.

No estoy de acuerdo con esa forma de escribir que pretende establecer separaciones entre sexos. Entiendo que la intención inicial es buena pero considero que es un error porque es una forma errónea de combatir el sexismo que proviene de una mala comprensión de lo que es el sexismo.

Considero que escribir así está mal, porque hacer divisiones entre personas basadas en el sexo, por el simple hecho de ser de sexos diferentes, sería sexismo. Y considero que esa forma de expresión confunde género gramatical con género sexual. Esa forma de hablar es precisamente una forma de hablar sexista. No conozco ningún argumento razonable a favor de esa forma de expresión.

Si el género gramatical supuestamente corresponde con el género sexual, entonces, por justicia, habría que añadir un género bi-sexual y un género a-sexual. Esto es: si supuestamente decir "todos" supone discriminar a "todas" entonces decir "todas y todos" discrimina a, digamos, "todes" [ambos sexos] y a "todis" [sin sexo].

¿Personas con dos sexos? ¿Personas sin sexo? Bueno, cualquier persona puede legítimamente tener la identidad sexual que considere que corresponde con su personalidad o también puede simplemente no tenerla. De todos modos, éste no es el punto que pretendo señalar.

La verdadera cuestión es que las palabras no tienen sexo. La asociación entre género gramatical y género sexual es puramente arbitraria y convencional. Por tanto, usar un determinado género gramatical —ya sea masculino o femenino— que englobe a todos los individuos por igual no es discriminatorio ni sexista. Y, por eso, usar expresiones como "todas y todos" es innecesario, reiterativo y producto de un malentendido.

Una cosa es el género gramatical y otra cosa diferente es el género sexual. Entre ellos sólo hay una relación convencional. Y el género gramatical es una categoría que no está conectada al género sexual. La confusión entre ambas es una confusión categorial. Por eso, creer que es sexista el uso del género gramatical masculino como genérico —para englobar a cualquier sexo— resulta tan absurdo como pensar que es sexista usar el término persona para englobar a cualquier sexo por ser una palabra de género gramatical femenino.

Hay una razón que justifica usar el género gramatical masculino de forma inclusiva. De hecho, hay dos.

La primera es que el género gramatical no equivale al género sexual y, por tanto, un solo género gramatical puede englobar a ambos sexos, ya que la relación entre género gramatical y género sexual es siempre arbitraria y convencional. Un ejemplo de ello es el término persona que es de género gramatical femenino pero engloba a individuos de ambos sexos. Nadie se queja de que tengamos palabras de género gramatical femenino para englobar a ambos sexos, cuando es exactamente lo mismo que tener un sólo género gramatical para servir de génerico para nombrar a los individuos sin distinción de sexo.

Lo que no es racional es que alguien confunda el género gramatical con el género sexual. Son dos cosas completamente distintas. No es racional confundir categorías. No es racional confundir personas con palabras.

La otra razón es la economía del lenguaje. Se facilita mucho mejor la comunicación cuando usamos el menor número de términos posible que el mayor número de términos posible. El hecho de incluir dos géneros gramaticales por defecto no se justificaría racionalmente, puesto que no añade ninguna información relevante. Ya sabemos que hay varios sexos entre nosotros. Especificarlo a cada momento carece de sentido y utilidad y sólo sirve para aumentar el número de términos expresados.

Hay expresiones concretas que son machistas por su significado, pero el lenguaje como tal no es machista. El lenguaje como sistema no discrimina a las mujeres. Cuando usamos el género gramatical masculino como genérico estamos incluyendo a todos los sexos, y para diferenciar entre ellos tenemos que especificarlo. Por tanto, no hay sexismo en este uso.

Aunque supuestamente el origen de esta elección estuviera en el machismo, eso sólo explica el origen pero no el uso. El uso se sustenta en razones que no tienen que ver con el sexismo, tal y como acabo de exponer. Apelar al origen es una falacia —la falacia genética— puesto que confunde la génesis de un fenómeno con la naturaleza y la identidad del fenómeno en sí mismo.

Bibliografía:

El género no marcado

Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer

La RAE explica por qué citar a 'diputados y diputadas' es artificioso e innecesario


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